"DE SEIS A OCHO" (Cuaderno Literario de La Tertulia Literaria de Guardamar)

jueves, 19 de noviembre de 2015

"EL BOSQUE MÁGICO" , RELATO DE MERCEDES SENENT DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR, PUBLICADO POR EL PERIÓDICO GUARDAMAR DIGITAL EL (18-11-2015)


EL BOSQUE MÁGICO                                                          Mercedes Senent García

Hace ya más de cien años, existía un pueblo coronado por un castillo, desde el cual se podían divisar las aguas del mar Mediterráneo. Sus olas acercaban a la orilla montañas de arena que el río vertía incesantemente. De este modo se fueron formando numerosas dunas que se iban desplazando debido a la acción del viento. Tanto fue así, que estos montículos llegaron a acercarse demasiado a las casas y a los cultivos, poniendo en peligro la supervivencia de la población.
Francisco, joven campesino,  culto e inteligente, conocía el problema que les acechaba y le daba vueltas al asunto con bastante insistencia. Tal era así, que cuando su trabajo se lo permitía, se iba a la biblioteca del pueblo en busca de una solución a este problema local. Entre todos los libros que consultó halló en uno de botánica los dibujos de unas plantas que crecían en tierras áridas. ¿No sería esa la solución al problema? Siguió leyendo,  y mientras lo hacía, pensaba también en que debía encontrar a alguien importante capaz de dirigir semejante empresa.
Una tarde de domingo, mientras paseaba con sus amigos, decidió contarles el descubrimiento que había hecho en la biblioteca del pueblo:
-¿Sabéis que hay plantas que pueden crecer en estas dunas por las que caminamos ahora? –dijo Francisco a Manuel y a Andrés, ante la mirada incrédula de éstos.
-No es posible – respondió  Andrés- en la arena no puede crecer nada. ¿De dónde  has sacado semejante idea?
-En la biblioteca he encontrado libros que hablan de plantas que pueden crecer en las dunas. Al parecer hay árboles y arbustos que necesitan de poco abono para fijarse al suelo y echar raíces.
-A mi me parece que es una buena idea para frenar el avance de las dunas que en poco tiempo pueden cubrir los huertos y las casas –añadió Manuel.
-La cuestión ahora es encontrar a alguien con conocimientos suficientes para llevar a cabo este trabajo – continuó Francisco-. Alguien con estudios que sepa cómo crear, en esta tierra estéril, un bosque.
-Amigo, creo que estás delirando – replicó Andrés-. ¡Un bosque! Eso es algo imposible aquí. Yo, desde luego, no puedo ni imaginarlo.
Francisco quedó callado, pensando en las palabras de su amigo. Tal vez, la respuesta era esa: Había que imaginarlo primero para crearlo después. Y lo bueno era que él si era capaz de verlo en su mente despierta. Podía ver hasta los gnomos del bosque. A veces, se decía  así mismo, era capaz de imaginarse cosas inverosímiles; pero aquella idea del bosque sabía que se podía hacer realidad.

-¿Por qué no vamos mañana mismo a hablar con el alcalde? – añadió Manuel-.El puede conocer a alguien capaz de dirigir esta obra, y al fin y al cabo el pleno del Ayuntamiento deberá aprobar el presupuesto para pagar los gastos que todo esto conlleve.
-Me alegra tu propuesta Manuel, pienso que eso es ir al grano –dijo Francisco lleno de gozo-. ¿A eso de las nueve está bien?
-Sí, es una buena hora –respondió Manuel-. Nos vemos en la puerta del Ayuntamiento.
Los tres se separaron para dirigirse a sus respectivas casas. El sol apenas se veía ya, dejando tras de las montañas un paisaje enrojecido que llenaba de belleza aquél atardecer.
A la mañana siguiente, a las nueve en punto, Francisco vio desde la puerta de la que él llamaba “La casa del pueblo”, cómo Manuel se acercaba. Ambos sabían que Andrés no iba a aparecer, pero les importaba poco. El mundo estaba lleno de escépticos  y sabían que su amigo era uno de ellos. ¡Ni caso! Ellos sí creían en aquella idea y la iban a defender con toda convicción.
El alcalde aprobó aquella propuesta, y de esta manera se originó el mágico bosque.

  

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