"DE SEIS A OCHO" (Cuaderno Literario de La Tertulia Literaria de Guardamar)

miércoles, 14 de octubre de 2015

" ESTRATEGIA DE SILENCIO", RELATO DE LEONARDA CAROCA FUENZALIDA DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR, PUBLICADO POR EL PERIÓDICO GUARDAMAR DIGITAL EL 06-10-2015

Publicado por Guardamar Digital el 06-10-2015

ESTRATEGIA DE SILENCIO                                                                     Leonarda Caroca

      Florecía el abutilón, anunciando la primavera desde una esquina del jardín  se inclinaba perezosamente  sobre la reja;  a cada soplo de viento  hacía una solemne reverencia a todos los que estábamos en casa, regalándonos su  pedazo de sol,  ofrenda del día.
      Ayer estaba mirándolo por la ventana de la cocina cuando  llegaste, venías  rabioso. Viste  la planta y le diste un manotazo, tal vez para advertirle  que no te rozara. No me cupo duda de que, en tu rabia no veías al arbusto sino a mí. Como  siempre, mi  corazón había empezado a palpitar con furia, advirtiendo  el peligro. Mejor  callar, ya me enseñó mi madre, no hablar mejor, dejar que pase el mal momento guardando los dolores debajo de la alfombra.
     La cocina era mi lugar de trabajo, allí  permanecía la máquina de coser junto a diferentes prendas: la  cortina, la blusa o lo que fuera que estaban- siempre- esperando por mí. Trabajo urgente; pero al verte quedé inmóvil, me detuvo el descubrimiento de que la violencia se estaba transformando en tu actitud de costumbre ¡Nunca imaginé que esto podría llegar a sucederme! Estaba confundida, pensando, en penumbras de mí misma, tratando de coser.
     La cachetada en pleno rostro me torció la cara y un grito. -¿Te estás haciendo la indiferente? ¡Imbécil!- Segundos después te vi dando puntapiés a mis costuras o disparando por los aires lo que se podía.
   Era tu venganza porque en la noche me había encerrado a dormir en el  escritorio. Con llave. Por cierto que no dormí.  Tenía miedo. Tuve la certeza de que  deseabas  golpearme con  más furia
  -¡Esto no se perdona, estúpida, me las vas a pagar!- gritaste, mientras golpeabas  la puerta  con tus pies. -Eres mi mujer y debes atenderme, oíste, atenderme. ¡No se te olvide!
   Quizás todos los hombres son igualmente rabiosos, como pensaba mamá. O puede que dijera eso para justificar a mi padre.
    Te fuiste dando  un portazo  que alcanzó   al arbusto, una flor cayó estrepitosamente al suelo.
      Después de la rabia,  vendría lo de siempre: tus caricias exigentes, y  yo aceptaría, fingiendo, pero después… que… si acaso no te quiero, si me olvidé de lo bueno que eres en la cama , si tengo un amante…eso,  un amante es tu mayor miedo y la palabra surge  apenas interpretas  que me  estoy cansando de este juego difícil. Enseguida te afligen tus propios pensamientos y empiezas a exigir más y más hasta que  ya no puedo soportar. Tampoco ese olor a alcohol que llena toda la pieza.
    Las horas en silencio frente a la máquina de coser me consolaban  primero, pudiendo soportar el recuerdo de las malas palabras  y el acero filudo de tus ojos. Siempre me enojó  el que mi madre  perdonara una y otra vez las continuas  palizas de papá, y ahora, me estaba pasando-a mí- lo mismo; y eso me llenaba de furia. ¡No quería ser igual que ella!
    Hoy día, estaba preparando tu comida cuando llegaste, pero tú traías tu saco de  furias y también, tus manos de piedra. No supe cómo lancé el sartén sobre tu cabeza y en la próxima escena, estabas  en el suelo  con la  frente coronada  por los panqueques a medio cocer, los ojos cerrados  y el aceite chorreando, abriendo cauces sanguinolentos  entre la maraña de tu pelo.
  Tu cara de sorpresa me provocó mucha risa…valentía y miedo.
  Te paraste, fuiste a buscar la pala y con todo tu cuerpo, de un solo golpe, destrozaste  las ataduras del arbusto a la tierra, matándolo. A cada golpe de pala, decenas de florecillas saltaban por los aires  tiñendo el paisaje con su sangre inocente.
   A cada golpe de pala, voy llenando mi maleta. No seré nunca más la víctima. Me voy, lejos, lejos de ti.

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